Ananías, Azarías y Misael en el horno de fuego. Monasterio de la Transfiguración, Massachusetts |
"La Iglesia os quiere hombres de oración, maestros de oración, que enseñéis al pueblo que os ha sido confiado por el Señor que la liberación de toda cautividad es solamente obra de Dios y fruto de la oración, que Dios, en el momento oportuno, envía a su ángel para salvarnos de las muchas esclavitudes y de las innumerables cadenas mundanas.
También vosotros sed ángeles y mensajeros de caridad para los más necesitados.
La Iglesia os quiere hombres de fe, maestros de fe, que enseñéis a los fieles a no tener miedo de los muchos Herodes que les afligen con persecuciones, con cruces de todo tipo. Ningún Herodes es capaz de apagar la luz de la esperanza, de la fe y de la caridad de quien cree en Cristo.
La Iglesia os quiere hombres de testimonio. Decía san Francisco a sus hermanos: 'Predicad siempre el Evangelio y, si fuera necesario, también con las palabras' (cf. Fuentes franciscanas, 43). No hay testimonio sin una vida coherente. Hoy no se necesita tanto maestros, sino testigos valientes, convencidos y convincentes, testigos que no se avergüencen del Nombre de Cristo y de su Cruz ni ante leones rugientes ni ante las potencias de este mundo, (..)
El testimonio más eficaz y más auténtico consiste en no contradecir con el comportamiento y con la vida lo que se predica con la palabra y lo que se enseña a los otros.
Enseñad a rezar rezando, anunciad la fe creyendo, dad testimonio con la vida."
S.S. Francisco 29 de junio de 2015
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